Primeras impresiones

 

Ya estamos en Idomeni. Los primeros dos días los pasamos en Atenas tratando de encontrar coche, haciendo contactos con colectivos e intentando comprender lo mejor posible la complejísima situación actual de aquí; muchas conversaciones interesantes sobre la situación de las personas refugiadas, la gestión del gobierno griego, la realidad en las calles de la propia Atenas…
Para el martes conseguimos, al fin, un coche de alquiler (elemento básico para currar en el campamento) y partimos hacia el norte. Unos 500 km que entre una cosa y otra (por ejemplo, una entrevista de trabajo vía Skype de Macu) tardamos unas 9 horas. Las carreteras griegas son curiosas. Paradójicamente pasamos más peajes que yacimientos arqueológicos.
A la noche llegamos a Polikastro, pueblo ¨base¨ de la mayoría de lxs voluntarixs. Nuestro aterrizaje a esta zona fue bastante shock, todo hay que decirlo. Veníamos de muchas horas de coche, entre amigxs, entre risas, y, de algún modo, tratando de evitar pensar en aquello a lo que nos íbamos a enfrentar. Y en ese contexto, a lo lejos, rompiendo la oscuridad del entorno, una luz azul de policía nos recuerda dónde estamos y nos obliga a salir de la carretera, ocupada por un mar de tiendas de campaña. La oscuridad era casi absoluta, los faros de los coches y algún foco de la gasolinera EKO abandonada que sirve de campamento improvisado para unas 3000 personas, son la única forma de hacernos una referencia visual de lo que tenemos delante. Están acampados en una estación de servicio, en el bosquecito que hay detrás, y un grupo de personas bastante numeroso mantiene ocupada la ruta. La estampa es bastante demoledora, una especie de escena de película de terror. De hecho, la sensación, en cierto modo, es de terror. Sabemos que no corremos peligro nosotrxs, pero sentimos cierto miedo difícil de expresar. El silencio más allá del ruido del motor solo lo rompen llantos, crujidos… Un antes y un después. Somos otras personas en ese momento. Sentimos que entramos en el infierno. Lágrimas contenidas (y sin contener). Quizá no conocíamos el terror más allá de las pelis.
Seguimos conduciendo los kilómetros siguientes en silencio, bastante afectadxs, hasta llegar a Park Hotel, un hotelito que hace las veces de campamento base de muchxs voluntarixs de todo el mundo que acuden de forma independiente (por cierto, desde la llegada de voluntarixs, han subido sus precios)  Finalmente, tras comer algo en el pueblo, y charlar con alguna gente allí, intentamos dormirnos. Hacemos noche dentro del coche.
A la mañana siguiente, nos despertamos bien tempranito,  y después de hacer algunas gestiones en el pueblo, aún algo perdidxs, arrancamos hacia Idomeni, la zona fronteriza donde, al parecer, hay unas 12000 personas. Ya íbamos mentalizadxs después de las charlas con la gente en Park Hotel. Así que llegamos al campamento ilegal de refugiadxs de Idomeni. Lo primero que nos encontramos al llegar es una extraña sensación de calma. Llegamos a un lugar donde el tiempo corre de otra manera (cosa significativa en la propia Grecia). Tras atravesar algunos caminos llenos de gente que camina como perdida, donde gente vende desde tabaco hasta peines, la policía nos impide continuar el camino; muy amablemente nos dicen que no podemos meter el coche. Aparcamos a escasos metros, y emprendemos el camino adentrándonos sin saber muy bien a qué vamos ni si seremos de utilidad (por lo visto es lo normal el primer día). Y nada más entrar, si es que puede haber un entrar, ya que el esparcimiento de las tiendas de campaña es tremendo, empezamos a darnos cuenta de verdad de que la cantidad de niñxs es impresionante. Con la primera madre que trata de acarrear bultos, alguna silla y a un par de hijxs, Macu se va a echarles una mano, y empieza su propio periplo de curro con niñxs. Necesitan algo, a veces un jugueteo, a veces un abrazo, pero siempre tienen una sonrisa.
Los otros dos del equipo continuamos el camino sin la energía de la compañera, pero al menos estamos acompañados. No paramos de ver situaciones extremas. Inexplicables. Enormes carpas blancas, de esas de ferias o stands, llenas de gente. Repletas. No entendemos bien qué pasa ahí. Dentro hay literas, pequeñas literas, muy pequeñas y muy bajitas, repletas de mantas, de enseres personales… Algunas de esas carpas llevan las siglas de MSF (médicos sin fronteras), otras simplemente tienen grafitis improvisados. Y como esas, muchas. No podemos evitar encontrar semejanza con las imágenes de los campos de concentración alemanes. Continuamos el paseo de reconocimiento. Cruzamos las vías del tren, las famosas vías. Justo en esa zona, donde las vías entran en otro país, un par de autobuses de policía griega (lo que en nuestra tierra son lecheras de antidisturbios, aquí son autobuses) cortan el paso a los últimos 50 metros de vías griegas. Ahí está la valla. Parece nueva, aún brilla. Y las concertinas, que no son pocas, nos recuerdan que el negocio de la guerra está cerca, concretamente en Málaga se están fabricando estos dispositivos del terror. Continuamos caminando. Echamos algunas fotos. Más megacarpas, ahora algunas tienen el logotipo del alto comisionado de las naciones unidas para las personas refugiadas, organismo ausente en el terreno, únicamente hay carpas con su logo. Es un campamento ilegal, este tipo de organización solo acude a campos oficiales. Vemos espacios de reparto de comida terribles a simple vista. La gente tiene que esperar en pasillos estrechos hechos de vaya metálica de metro y medio de altura. Nunca habíamos visto algo así. Acabamos de llegar y seguimos bastante sensibles con el hacinamiento y el trato de rebaño al que está sometida la gente. En un claro, un señor griego nos saca la primera sonrisa. Es un payaso itinerante que monta su espectáculo en cualquier rinconcito del campamento. Unxs 30 niñxs, y otrxs no tan niñxs, no paran de reir. El tipo es genial. Consigue que lxs adultos interactúen y se rían. Lxs niñxs flipan. En cierto momento encontramos la carpa de una gente que habíamos conocido la noche anterior. Un grupo de gente sanitaria, bomberos, afines, voluntarixs… Tienen un proyecto fantástico. Así, muy por encimilla, la gente de Bomberos en Acción aporta cierta logística, carpa, toldos, conocimiento y fuerza, y lxs sanitarixs, en esta carpa ofrecen asistencia médica. Hay una furgo a la entrada del campamento que hace también asistencia médica (bajo una pancarta que enuncia que Europa es el próximo infierno).Junto con esta gente de la furgo, el grupo de españolxs son lxs únicxs que ofrecen asistencia de este tipo. En las carpas de MSF, según tenemos entendido, únicamente hay camas, no asisten. Dicen que por esa zona hay un espacio de asistencia médica a familias. No lo hemos visto. Este grupo con el que nos acabamos de juntar no para de crecer y mutar. Nosotrxs somos tres que nos sumamos. También llegan seis catalanxs y cinco vascxs que se acercan a currar en común. Rápidamente nos damos cuenta de cómo funcionan aquí las cosas, cómo se construyen estos proyectos; relaciones cooperativas. De repente estamos con un grupo de gente que está levantando un proyecto increíble. Al momento estamos cavando zanjas, moviendo cosas, aportando. Este grupo trabaja con las personas refugiadas. Mohamed (que me perdonen si no se escribirlo bien) es ingeniero informático y hacia trabajos para Microsoft. Ahora nos quita las herramientas de las manos para cavar él. No para de trabajar. Hay mucha gente que colabora con nosotrxs (llega un momento en el que te sale utilizar la primera persona del plural).Hay gente que traduce, gente que hecha manos en curros físicos, gente que hace las veces de recepcionista. Más tarde damos más vueltas, conocemos más gente. Ya nos conocemos el campamento. Hay una zona muy dura, la zona de la estación nueva. Son sobradamente conocidas esas fotografías. La zona con tiendas sobre los arcenes, con techos altos de aspecto postapocalíptico (en realidad, todo tiene esa impronta). Echamos unos tiritos a puerta con unos chavales que tienen pelota. Hay un par de porterías que más tarde estarán llenas de futboleros. Descubrimos, gracias al equipazo con el que estamos, una ruta alternativa sin controles policiales para poder acceder al campamento con el coche.  Nos venimos arriba y arreglamos el camino y montamos una especie de rampa para que los vehículos puedan entrar sin dejarse los bajos en el intento. Una vez más, nos quitan de las manos las herramientas dos personas que huyen de Afganistán. Nos entendemos. Curran genial. Echamos más risas, unas poquitas de pompas en las manos, y listo. Es muy gratificante hacer cosas útiles aquí, y además toda la gente te presenta a sus hijxs, a sus familiares. Imposible recordar nombres. Pero es parte de la historia. Son momentos de risas. El humor es un arma infalible, y a nosotrxs nos sobra. Al final nos descubrimos en otro flow total. Estamos a gusto, estamos contentxs. Te haces a la situación, la verdad. Y de buena onda se curra mucho mejor, se conoce mejor a la gente, aportas con mucha más energía. Alex, un bombero de Leganés, lo tiene claro, dice que si no vienes a eso, mejor no venir. En el infierno hay que reír. Las tristezas, en casita. Y de verdad  parece ser la única forma de sobrevivir aquí. La gente está deseando hacer algo. Una manilla en algún currete, unas risas con alguien, unos toques de balón. Un motivo para no estar sentado en una tienda de campaña mirando al otro lado de la valla, donde por cierto, hay un enorme casino lleno de luz que no para de recordar lo injusto de la situación.
En fin, igual nos estamos pasando con tanto texto, pero aquí cada minuto es una vida entera, para lo bueno y para lo malo. Quien lleva aquí tres semanas es todo un veterano. Dos días son una eternidad, te aclimatas rápido. Nosotrxs ahora estamos durmiendo en el hospitalito de campaña de lxs compañerxs. Ellxs tienen un piso  alquilado en un pueblo cercano para poder ducharse, descansar, desconectar… Eso es importante. También somos útiles haciendo de seguratillas dormitantes, que estamos hasta arriba de medicamentos y material, y está bien cuidar la seguridad.
Ahora iremos con un camión de lxs compas euskaldunes a los hangares nuevos de Polikastro a por material para bebé. La gente necesita carritos, portabebés, alimentación para las criaturas. Ah, por cierto, también están(mos) montando un centro de lactancia y maternidad en una tienda justo al ladito de la carpa de bomberos. Unas chicas que tienen bajo una carpa de ACNUR una zona con bañeritas y lavan bebés comentan que desde Elche quieren enviar material o dinero para comprar material, y poder montar una carpa de esas grandes, con suelito, ventilación y demás. Como te descuides, aquí pasa de todo, las redes crecen, y rápidamente se monta lo que sea. Detrás de muchas personas que estamos aquí, hay muchísimas otras más sosteniendo eso. Imposible de otra manera. Los hangares están permanentemente recibiendo material de todas partes del mundo. Los camiones no paran de llegar.
Bueno, esperemos que al subir este textito, la conexión nos permita subir también alguna foto.

Estamos super animadxs, lxs tres (¡o los treinta!). Aunque esto debe ser lo más parecido al infierno. No solo por las condiciones, sino por los motivos por los que toda esta gente se ha visto obligada a huir y tener que enfrentarse a esto.
Gracias por estar ahí, por leernos, y por el apoyo. Ya van unos 3500 euros en la cuenta, que no es poco. Ya hemos comprado alguna cosita, y en los próximos días haremos las aportaciones que sean necesarias con lxs compas que tan buen currazo están pegándose aquí.
Estamos en contacto,

Macu, Jose y Ángel.

 
PD: Intentamos expresar nuestra experiencia lo más sinceramente posible.Todo esto es bastante complejo. Esperamos que nadie se sienta ofendido por nuestras palabr

4 comentarios en “Primeras impresiones

  1. Gracias chicos por hacernos sentir al leeros al menos que colaboramos de alguna forma. Y a que recibamos información libre de cualquier influjo interesado. Fuerza!!

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  2. Bravo! Lo Bueno, lo Bello y lo Verdadero siempre aflora……en un futuro pxmo aflorara antes de…..en lugar de «a causa de» Bendiciones porque representáis a los despiertos y a los dormidos❤️

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